Acuerdo comercial con Estados Unidos: quién gana, quién pierde y por qué el sector productivo está lleno de grietas internas

La antesala del acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos dejó al descubierto un clima complejo dentro del sector productivo. Más allá del apoyo político que varias cámaras expresan públicamente, en parte por la expectativa frente a las reformas laboral y tributaria que impulsa el oficialismo, y en parte porque hoy ningún actor empresarial quiere quedar enfrentado al Gobierno, puertas adentro prevalece la cautela, las advertencias y el temor a los efectos colaterales del convenio.

La consigna que repiten dirigentes sectoriales es clara: “Esperemos a ver la letra final”. Y no es casual. Los puntos filtrados del borrador muestran claramente que habrá ganadores, perdedores y fracturas internas en rubros históricamente alineados.

Automotrices: entre el entusiasmo y la amenaza de la importación sin freno

En una reunión con Luis Caputo, ADEFA agradeció los avances del acuerdo y destacó la posibilidad de atraer inversiones desde casas matrices ubicadas en países que ya tienen tratados con Estados Unidos. Sin embargo, el comunicado de la Casa Blanca fue contundente: Argentina deberá otorgar acceso preferencial a vehículos estadounidenses y aceptar autos fabricados bajo normas de seguridad de Estados Unidos sin validación local.

Eso abre una grieta evidente: las automotrices de origen norteamericano (como Ford o Chrysler/Stellantis) podrían beneficiarse, mientras que las de capital europeo y asiático quedarían en desventaja. Un choque directo dentro del propio sector.

El campo: exportadores entusiasmados, abastecedores locales en alarma

El agro aparece dividido. Por un lado, la Casa Blanca adelantó que se abrirán “mejores condiciones de acceso bilateral” para carne bovina, lo que beneficia a frigoríficos exportadores como los nucleados en el Consorcio ABC.

Pero el resto de los puntos van en sentido contrario para gran parte del campo argentino: Estados Unidos obtendrá mejores condiciones de exportación agrícola, podrá vender ganado vivo, aves, quesos y carnes, y además Argentina deberá desregular la importación de carne porcina, bovina y lácteos norteamericanos.

A eso se suma un punto sensible: ambos países trabajarán para “estabilizar el comercio mundial de soja”, algo que especialistas leen como una renuncia tácita a regímenes preferenciales como el dólar soja o retenciones cero. Resultado: productores de granos y cerealeras temen un escenario perjudicial.

La Sociedad Rural apoyó el acuerdo, pero pidió un texto “equilibrado”. La Mesa de Enlace pidió exactamente lo mismo: “ver la letra chica”.

Laboratorios: beneficios parciales, temores profundos

El comunicado norteamericano adelantó que habrá acceso preferencial para medicamentos y dispositivos médicos de origen estadounidense, y que Argentina deberá aceptar certificados de la FDA sin intervención de ANMAT. Esto encendió alarmas en los laboratorios nacionales, que temen una inundación de productos importados y una pérdida de soberanía regulatoria.

CAEME, cámara que agrupa a laboratorios estadounidenses y europeos, celebró el acuerdo: aprobación más rápida de patentes, alineamiento internacional y menos trabas para comercializar.

CILFA, que representa a los laboratorios locales, planteó una posición mucho más cauta: acuerdo sí, pero con reciprocidad regulatoria y propiedad intelectual balanceada. El temor a quedar desplazados es explícito.

Acero y aluminio: expectativa por el fin de aranceles

Los sectores exportadores, especialmente aluminio y acero, con gran peso en el comercio bilateral, ven una oportunidad si Estados Unidos confirma la eliminación de los aranceles del 10 por ciento que Trump reinstaló meses atrás.

Sin embargo, el comunicado sólo habla de levantar aranceles para “ciertos recursos naturales no disponibles”, sin mencionar explícitamente productos industriales argentinos. Ni Aluar ni Techint emitieron apoyos públicos: esperan el texto final.